“Nada está inmóvil, todo se mueve, todo vibra”
La Ley de Vibración es una Ley Universal inmutable; es decir, que funciona SIEMPRE y no puede ser alterada ni cambiada de ninguna forma.
Esta ley afirma que TODO LO QUE FORMA PARTE DEL UNIVERSO ES VIBRACIÓN; es decir, que cada elemento que contiene emite una energía que vibra en distintas frecuencias. Desde las partículas subatómicas más pequeñas, hasta lo más grande que podamos imaginar, como los planetas o la mayor de las galaxias, todo está vibrando constantemente, TODO ESTÁ EN CONSTANTE MOVIMIENTO.
Toda materia, toda energía vibra. Las diferencias entre las diversas manifestaciones corresponden a distintas frecuencias o intensidades vibratorias. Cuando la vibración es baja la densidad es mayor (la materia es energía en baja vibración) y cuanto mayor es la vibración la materia va haciéndose cada vez más sutil hasta desaparecer de nuestra vista; es lo que sucede, por ejemplo, con el oxígeno que respiramos, que no lo vemos pero está ahí. Lo podemos observar claramente en las aspas de un ventilador, que cuando está parado (vibración baja) las podemos ver perfectamente, pero cuando empieza a funcionar y va aumentando su velocidad (vibración alta) parecen desaparecer y hacerse invisibles.
Esto explica también porqué nos sentimos bien con algunas personas aunque apenas las conozcamos o que sintamos incomodidad con otras aunque no nos hayan hecho daño y no tengamos motivos reales para ello; es por la vibración. Lo mismo ocurre con algunos lugares, que nos llenan de energía positiva y hacen sentirnos muy confortables, mientras que otros nos hacen sentir incómodos y nos incitan a abandonar.
Así, todo lo que experimentamos con los cinco sentidos viene a través de la vibración y, de la misma forma, todo lo que experimentamos con la mente también es vibración. Pensamientos y emociones vibran con una cierta frecuencia, son vibración y atraen lo semejante como un imán: las de más alta frecuencia son las más sutiles y potentes, como la del amor incondicional; y las del miedo, en todas sus manifestaciones, se colocan en los niveles de vibración más bajos y son las más densas. Es por esto que si tenemos pensamientos positivos nuestro cuerpo reaccionará con energías positivas y si, por el contrario, vemos la vida de una manera muy negativa, lo más probable es que todo nos vaya mal y que enfermemos. Si creemos en la enfermedad, las células de nuestro sistema inmunológico bajarán sus armas y permitirán que contraigamos alguna enfermedad, pero si creemos que nuestro cuerpo físico es saludable y resistente, nuestro sistema inmunológico tomará esta idea como una orden y no enfermará.
Comprender esta Ley Universal nos permite ser conscientes de que cada partícula de nuestro cuerpo físico está “escuchando” nuestro diálogo interno y responderá fielmente al mismo, que todo aquello que llegamos a creer es lo que se manifiesta en nuestras vidas, y que podemos controlar nuestras vibraciones mentales mediante nuestra voluntad, siendo posible cambiar la propia frecuencia vibratoria al cambiar de estado mental.
Llevar esta Ley a nuestras vidas es fundamental para permitir el cambio y no estancarnos, ya que el estancamiento produce automáticamente un descenso de vibración. Cuando no permitimos un cambio en nuestra vida empezamos a envejecer, a enfermar, estamos yendo en contra de la naturaleza de las cosas puesto que la vida nos empuja siempre a vivir de una manera mejor, y por tanto las crisis aparecen cuando permanecemos rígidos o inflexibles en una posición.
Seamos conscientes de la vibración que emitimos y permitamos el cambio para subirla!