Saber qué es el Ego y llegar dominarlo es el gran cambio interior que todos debemos realizar para ser libres y felices. Tener conocimiento sobre él, observarlo y transcenderlo hará que nuestra vida cambie por completo.
En realidad el Ego no existe, es una creación de pensamientos que hemos creado a lo largo de nuestra vida, que hemos hecho realidad y que nos limita. Es la idea que cada persona tiene de sí misma, lo que cada uno de nosotros creemos que somos, sea lo que sea.
Los seres humanos nacemos en la inconsciencia más profunda. Pasan muchos años hasta que adquirimos la habilidad de elegir cómo pensar, qué decir, qué comer, cómo comportarnos y, en definitiva, qué decisiones tomar a la hora de construir nuestro propio camino en la vida.
Desde el momento de nuestro nacimiento hemos ido perdiendo el contacto con nuestra Esencia, con nuestro Yo verdadero, con el lugar donde residen el amor, la felicidad, la paz interior, nuestra vocación y, en definitiva, con el inmenso potencial que todos podemos desplegar si dejamos de estar condicionados por el Ego. Poco a poco vamos desaprendiendo, nos vamos desconectando de nuestra Esencia, que queda sepultada con el tiempo por el Ego y, como consecuencia, empezamos a padecer una sensación de vacío e insatisfacción crónicos nutridos por nuestro lado más oscuro, donde se asienta y se alimenta el Ego, y de donde surgen el victimismo, el miedo, la falsedad, el egocentrismo y la ignorancia, generando que nos convirtamos en un sucedáneo de quien en realidad somos.
El Ego es, por tanto, un FALSO YO, un ser con el que nos hemos identificado que en realidad no existe. Es una idea que nace en nuestra mente de quiénes creemos que somos, la distorsión de nuestra Esencia. Son todas esas capas y capas que nos hemos ido poniendo a lo largo de nuestra vida en forma de creencias, expectativas, proyecciones, miedos, frustraciones o deseos y que hemos ido adquiriendo gracias al condicionamiento social de la familia, la escuela, la sociedad, los medios de comunicación, los amigos, la religión, etc. Así, el Ego es la máscara que hemos ido creando con creencias de segunda mano para adaptarnos al entorno social y económico en el que hemos nacido y nos hemos desarrollado. Nos hace interactuar con el mundo como si inconscientemente lleváramos unas gafas con cristales de colores que distorsionan la realidad de todo lo que vemos pero que, al no ser conscientes de que las llevamos puestas, nos hacen creer que lo que vemos es la realidad, creándonos un sinfín de ilusiones mentales que imposibilitan que vivamos en paz y armonía con nosotros mismos y con los demás.
Y para seguir tapando nuestra “mentira” seguimos añadiendo más y más capas, haciendo que el Ego crezca cada vez más, hasta que llega un momento en el que nos alejamos tanto de nuestra verdadera Esencia que ya no sabemos ni quienes somos.
Pero lo importante es saber que no hace falta crear más “sistemas de defensa”, sino abandonar la guerra, dejar de oír al Ego, a esa vocecita que no deja de sonar en nuestra cabeza, y volver a la paz, volver a la Esencia.
Debemos empezar por considerar al Ego como una entidad que nos acompaña y que nos quita la libertad interior, actuando por nosotros mientras nos hace creer que somos nosotros mismos.
Después ser conscientes de cuándo el Ego está actuando por nosotros, desenmascararlo. Esto ocurre siempre que basemos nuestros pensamientos en la dualidad del bien y el mal, lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto, lo correcto y lo incorrecto, etc. Esa dualidad solo la dirige el Ego, ya que para nuestro Verdadero Ser, nuestra Esencia, las cosas simplemente SON, sin más. Está actuando nuestro Ego si estamos tensos, estresados y desequilibrados; si permitimos que nuestro estado de ánimo dependa de situaciones que escapan a nuestro control; si nos sentimos avergonzados, inseguros u ofendidos; si nos tiranizan pensamientos, actitudes y comportamientos tóxicos; si tratamos de que la realidad se adapte a nuestras necesidades, deseos y expectativas; si culpamos a otras personas de lo que nos sucede; si no aceptamos a los demás tal y como son, tratando de cambiarlos para amoldarlos a como, según nosotros, deberían ser; si nos lamentamos por algo que ya ha pasado o nos preocupamos por algo que todavía no ha sucedido, olvidando por completo el momento presente; si somos incapaces de estar solos, en silencio, sin hacer nada; si exigimos, criticamos o forzamos a los demás; si nos encerramos en nosotros mismos por miedo a que nos sucedan cosas desagradables; si nunca tenemos suficiente con lo que nos ofrece la vida; si reaccionamos impulsivamente, perdiendo el control de nuestros actos; si creemos saberlo todo y nos cerramos mentalmente a nuevas formas de aprendizaje. En definitiva, ser conscientes de que la insatisfacción crónica es el principal indicativo de vivir identificados con el Ego.
Y por último debemos trascenderlo para reconectar con la Esencia que verdaderamente somos, integrarlo conscientemente en nuestro propio ser y SER LIBRES, de lo contrario viviremos en el autoengaño par el resto de nuestras vidas.
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